Durante años atendí en el Servicio Público y veía que muchas mujeres necesitaban ayuda psicológica, pertenecer a un grupo de apoyo y no habían horas de psicóloga disponibles hasta 6 meses más, lo que generaba mayor frustración.

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Daba a mis pacientes toda la atención que me competía como Matrona, pero no podía otorgar un alivio a sus dolores emocionales, aunque muchas veces presté oído a pacientes que buscaban ser escuchadas, no ser atendidas como siempre sino que necesitaban que alguien las escuchara mientras de desahogaban. Muchos controles ginecológicos se transformaron en escuchar a mujeres que necesitaban hablar y contar lo que les sucedía en un contexto seguro y confidencial.